Uno de los secretos mejor guardados de La Palma, incluso más para los locales que para los foráneos es, sin duda alguna, la Villa de San Andrés, un rincón con encanto en el municipio de San Andrés y Sauces (en la zona noreste de la isla)
No es extraño escuchar comentarios como “paramos en San Andrés, antes de seguir hacia Puerto Espíndola, y me sorprendió porque es precioso”, o “no tenía ni idea de que San Andrés pudiera ser tan bonito”

San Andrés (La Palma), rincón con encanto
Para mí misma fue todo un descubrimiento, ya que pasé por este rinconcito palmero por casualidad, al desviarnos de la carretera principal porque alguien del grupo recordó que por este camino podíamos acercarnos a la destilería de Ron Aldea, en Puerto Espíndola.
Ubicado en el noreste de la isla y declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico, San Andrés fue uno de los núcleos más prósperos de la isla tras la capital – Santa Cruz de La Palma – durante los siglos XVI y XVII. Principalmente gracias a la producción de caña de azúcar.

Actualmente, ese cultivo prácticamente ha desaparecido y ha sido sustituido por decenas de hectáreas de plataneras que pueden verse desde de muy cerca, ya que la carretera cruza por este mar de plátanos.
El turismo también se ha convertido en uno de los principales motores económicos de este pueblo, sobretodo por los grupos organizados que suelen almorzar en sus dos acogedores restaurantes con terraza.
San Andrés Apóstol
Si te decides a descubrir este rincón con encanto de La Palma, no pierdas la oportunidad de visitar su iglesia, si tienes la suerte de encontrarla abierta, y admirar su impresionante interior.
La Parroquia de San Andrés Apóstol cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, y creo que es uno de los templos mejor conservados de la isla – a pesar de ser uno de los primeros que se erigió -, y quizá también uno de los más bonitos.

De pueblo a Villa con encanto
San Andrés obtuvo el título de Villa en diciembre de 1507, durante los primeros años de la Conquista.
Entre los siglos XVI y XVII fue una de las poblaciones más ricas y florecientes de La Palma, gracias a su privilegiada ubicación en una comarca dedicada a la exportación de vino y azúcar de caña.
La intensa actividad económica atrajo a numerosos comerciantes portugueses, flamencos, catalanes y genoveses.
En la calle principal, hoy calle de la Iglesia, y en todo el pequeño casco pueden verse las casas de las familias más pudientes de la Villa: Pinto, Álvarez de Silva, marqués de Guisla, Santa Cruz o González Sánchez (Buenamuerte).
Estas construcciones, ejemplos de la arquitectura tradicional y popular canaria, con sus gruesos muros de piedra y barro, son también de las más antiguas de la Isla.
A estas viviendas se suman otras edificaciones con especial valor histórico y cultural como:
- Capilla del Pilar
- Ermita de San Sebastián
- Cementerio antiguo y el Calvario
- Horno de cal
- Puerto del Guindaste
- Restos del antiguo convento franciscano de Nuestra Señora de la Piedad.

Para quienes prefieren optar por la gastronomía local, en la plaza hay un par de terrazas en las que pueden degustarse frescos productos del mar y un muy buen barraquito (pedirlo con todo, que incluye licor 43, canela y ralladura de limón)

En los alrededores de la Villa de San Andrés
El paseo a San Andrés puede combinarse con una caminata por el Cubo de la Galga; un baño en la playa de Puerto Espíndola o en las piscinas naturales del Charco Azul; y una degustación de algunas de las variedades de ron que ofrece Destilerías Aldea.
Esta empresa familiar cuenta con más de 80 años de historia y practicamente sigue utilizando la misma maquinaria de sus inicios. Esta puede verse ocasionalmente porque, fuera de la temporada de zafra y elaboración de bebidas, la nave se transforma en el Museo de Interpretación de la Caña de Azúcar y el Ron.
Recientemente han ampliado su gama de productos y también están elaborando vodka, ginebra, cervezas e incluso whisky.
Tips para turistas curiosos

Muy cerca de la Villa de San Andrés hay numerosos atractivos turísticos que puedes incluir en tu itinerario, además de los que ya he mencionado anteriormente.
Por ejemplo, te puedes acercar al Bosque de Los Tilos y ver su cascada; hacer la ruta de los Nacientes de Marcos y Cordero, una caminata que recomiendo al 100%; o simplemente disfrutar las vistas desde el Mirador del Salto del Enamorado, en San Bartolo (Puntallana)
Y si te animas a seguir hacia el norte, hay otros tres rincones de la isla bonita que pueden resultar muy atractivos: el pequeño enclave de pescadores denominado Puertito de Talavera; las piscinas naturales de la Fajana; y el entorno donde se levanta el Faro de Punta Cumplida.
Todos estos destinos están en el municipio de Barlovento y muy próximos unos a otros.
