Es difícil decir algo nuevo sobre una ciudad que es visitada por millones de personas cada año y de la que ya han escrito miles de viajeros, artistas, cronistas, músicos, poetas y locos.
Así que sólo me queda relatar mi experiencia, que podría ser una especie de guía sobre qué ver Roma en menos de 48 horas y cómo evitar a los turistas y, especialmente, a los numerosos grupos guiados que pululan por buena parte de la capital italiana.
48 horas en Roma, y cómo escapar de los turistas (I parte)

Lo primero que hay que hacer para escapar de los turistas es alojarse en un barrio residencial, alejado del centro histórico.
Para ello, una buena opción es dejar los hoteles y similares a un lado y reservar una habitación en la vivienda de un particular.
Yo lo hice por primera vez y me gustó la experiencia. Y mi bolsillo lo agradeció porque fue mucho más económico que una habitación de hotel e incluso más barato que algunos hostales.

El Vaticano y la Basílica de San Pedro
En Roma amanece más temprano que en España, así que al estar cerca del Vaticano, fui una de las primeras mortales que entró a la Basílica de San Pedro, a las 7:30 am, sin apenas hacer cola en los arcos de seguridad.
Quizá es muy temprano para alguien que está de vacaciones, pero vale la pena madrugar para disfrutar con calma y paz de este icono arquitectónico y religioso.
Cuando salí, cerca de las 9 de la mañana, ya las filas eran bastante largas.



Tras recorrer la Plaza de San Pedro, no cogí por la Vía della Conciliazione, sino que tomé por la calle Borgo Santi Spinito.
Allí entré a una pequeña y bonita iglesia – Santo Spirito en Sassia – que me llamó la atención sobre todo por dos detalles: el reducido grupo de personas que no estaba de visita, sino que realmente oraba con total devoción, y una capilla dedicada al Papa Juan Pablo II, a la que al parecer acuden los feligreses para pedirle favores.
Colina del Gianicolo y paseo a Trastevere
Después de cumplir con el ritual de acercarme hasta el Castel San Angelo y admirar el puente del mismo nombre, del que dicen es uno de los más bonitos de la ciudad, regresé sobre mis pasos para ascender por la calle Passeggiata del Gianicolo y disfrutar de unas increíbles vistas de Roma.

Esta no es la ruta más común para llegar al Trastevere, pero no me gustan las multitudes y ya avisé que esta era una especie de guía para intentar huir de ellas.

Por el camino me encontré cosas interesantes: un quiosco frente al hospital infantil, donde pude disfrutar mi primer capuchino romano, – muy bueno y que me costó sólo 0,90 €- ; un faro conmemorativo donado por el Estado argentino; y la Piazzalle Giuseppe Garibaldi.
En este lugar se rinde homenaje a todos los héroes de la unificación italiana – hay un busto de cada uno de ellos -, aunque destaca notablemente la imponente estatua ecuestre de Garibaldi.



No obstante, la mayoría de las personas que llegan hasta la Piazzalle, generalmente desde el barrio del Trastevere, se acercan para presenciar el cañonazo que se dispara cada día a las 12:00 horas.
Al parecer, este turiscurioso ritual sirve para que las iglesias ajusten sus relojes y todas las campanas suenen puntual y simultáneamente. Una muy buena idea considerando el número de templos que hay en Roma.
El Trastevere sin turistas

Tras admirar una panorámica impresionante de la ciudad eterna y del Vaticano, llegué a uno de los atractivos que más deseaba conocer, el barrio del Trastevere.
Un lugar que no me decepcionó y que pude disfrutar con tranquilidad, porque la mayoría de los visitantes prefieren venir aquí en la tarde-noche.

Imprescindibles en el Trastevere
Por supuesto, si llegas hasta aquí no puedes dejar de cumplir con varias “tradiciones”: entrar a la iglesia Santa María di Trastevere, comprar pizza al taglio para degustar en mitad de la plaza, probar un helado de chocolate en el tradicional Bar Calisto y acercarte al mercado de la Plaza San Cosimato.
En dicha plaza, por cierto, puedes aprovechar para incluir tu deseo de algo que quieras hacer antes de morir, y lo puedes escribir en español, italiano, francés o inglés.


Isola Tiberina: la más pequeña

Justo cuando el barrio comenzaba a llenarse de gente, decidí ir contracorriente y crucé el puente Cestio para conocer la Isola Tiberina, la isla habitada más pequeña del mundo.
El espacio está bien aprovechado porque además de un hospital y algunos pequeños comercios, también se encuentra aquí la Iglesia de San Bartolomé, erigida sobre las ruinas de un templo romano, y el puente más antiguo de la ciudad que aún se mantiene en pie: el Ponte Fabricio.
Este se levantó en el año 62 a.C. y conecta la isla con el centro histórico.

Historia judía en el gueto

Otro rincón que me atraía visitar era el gueto judío.
Aunque también es posible encontrar ruinas que se remontan al siglo I a.C, la historia más conocida de este barrio comenzó a escribirse sobre 1555, cuando el Papa Pablo VI creó este gueto amurallado, que sólo se abría de día y en la que todos los ciudadanos judíos debían ir identificados con un pañuelo o sombrero amarillo.

Las calles son estrechas y es fácil adivinar lo duro que debió ser la vida en este sitio, aunque en la actualidad es más conocido por la buena, y todavía económica, cocina kosher que puede saborearse en sus pequeños restaurantes
No es un lugar muy frecuentado por los turistas, o por lo menos yo vi pocos, a pesar de que hay varios rincones interesantes, tiendas tradicionales o bucólicos rincones como la Plaza Mattei, donde la protagonista es la Fuente de las Tortugas.
Y si te gusta el café, también puedes aprovechar para acercarte a un bar o cafetería y pedir un buen capuchino por tan sólo 1€ (y de paso usar el servicio, porque los baños públicos en Roma prácticamente brillan por su ausencia)

Si no puedes con el enemigo…
…unete a él. Tarde o temprano tenía que entrar en el carril y tras saludar a los mininos que descansan a sus anchas en el Área Sacra di Largo Argentina y fotografiar el Elefantino en la Plaza de la Minerva, me tuve que unir a la multitud que invadía la Plaza de la Rotonda y el Panteón de Agripa.
Esta maravilla arquitectónica es una de las construcciones mejor conservadas de la antigua romana (126 d.C.) y cuya llamativa cúpula es mayor aún que la de la Basílica de San Pedro, que ya es decir.


Aquí se enterró a numerosos reyes y al gran pintor Rafael, algo de lo que parece percatarse poca gente.
Se supone que es un lugar donde se debe mostrar cierto respeto, pero es bastante ruidoso y con frecuencia tienen que pedir silencio por los altavoces, algo que me llamó la atención.
Piazza Navona
Una cosa que comprobé en mi corta, pero intensa estancia, es que prácticamente no necesitas mapa para llegar a los lugares de interés (que son muchos).
Busca humanos con cámaras fotográficas y síguelos. Así me encontré de repente con la Piazza Navona.

Un estadio en sus orígenes y bordeada de palacios barrocos, esta plaza es el centro de trabajo de números pintores, dibujantes, artesanos y vendedores de souvenirs que se sitúan alrededor de una de las obras de arte de Bernini.
Se trata de la Fontana dei Quattro Fuimi, que representa a cuatro grandes ríos del mundo (Ganges, Danubio, Nilo y Río de la Plata)

La Fontana Di Trevi
Para cerrar la larga jornada, llegué sin querer queriendo a la Fontana di Trevi. Había leído que casi que tenías que ir de madrugada, para poder tirar tu moneda y asegurarte de que cayera al agua y no sobre la cabeza de alguien.
En efecto, la primera impresión fue que iba a ser imposible llegar a la fuente, porque todo el mundo se queda parado en el centro ¿?¿?¿?¿

No obstante, por los laterales había poquísima gente, así que no sólo pude cumplir con el ritual (una vez y no tres, que no estamos para derrochar), sino que me senté cómodamente en primera fila.
Esto me permitió observar tranquilamente a otros hacer lo mismo, e intentar una y otra vez hacerse una foto sin que un despistado se metiera por el medio.

Por supuesto, todavía quedaba mucho por ver de Roma, pero eso lo dejamos para una segunda parte en la que comparto más rincones que no son muy visitados por los turistas…
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Enamorado de Roma. Creo que cada vez que vas descubres algo nuevo. Felicidades!
Totalmente de acuerdo. Estoy segura que lo que vi fue sólo un abreboca 🙂 Muchas gracias!