Algunas de las pinturas más significativas de las colecciones del Museo de Bellas Artes de Budapest y de la Galería Nacional de la capital húngara pudieron ser admiradas en Barcelona. Todo un privilegio que pude disfrutar.
Barcelona: un paseo entre obras de arte
Así es, 26 réplicas de obras firmadas por artistas tan reconocidos como Leonardo Da Vinci, Veláquez, Goya, Cézanne, Manet o Schiele conformaron la exposición “Arte en la calle desde Budapest”, instalada en el Moll de la Fusta.

Durante varias semanas fue posible pasear por este museo al aire libre, que tuvo como telón de fondo las numerosas embarcaciones de la marina, y que también ofreció la oportunidad de conocer a grandes figuras del arte húngaro como Ferenczy, Kondor, Benczúr o Bogdany.
Las piezas expuestas eran impresiones, algunas de gran formato de hasta 3m x 3m, realizadas gracias a una tecnología de impresión digital, desarrollada por los ingenieros que trabajan en el Centro Internacional de HP de Barcelona.

Obras de arte itinerantes
El Museo de Bellas Artes de Budapest y la Galería Nacional Húngara, se fusionaron en 2002 tras más de 55 años en los que los fondos artísticos estuvieron separados.
Con el fin de dar a conocer su amplio patrimonio, se organizó esta muestra itinerante que posteriormente viajó a Madrid y Frankfurt.
En 2015 Barcelona devolvió la visita a Budapest y se vieron allí algunas de las obras originales de autores catalanes del siglo XXI.
Moll de la Fusta
El Moll de la Fusta (Muelle de la Madera), nombre popular que ha predominado sobre el oficial – Moll de Bosch i Alsina –, se extiende desde el Monumento a Colón y la Rambla Mar hasta el mirador del Port Vell en Barcelona.

El paseo tiene dos niveles y en el proyecto original estaba previsto que el superior se transformara en una zona de ocio, con restaurantes y terrazas.
No obstante, esta iniciativa no tuvo éxito y de aquella época quedan pocos elementos, aunque algunos muy significativos, como los pabellones ondulados o la gran gamba que diseñó Javier Mariscal – padre creativo de la mascota olímpica Cobi – en 1989 para el restaurante Gambrinus.

Tras el cierre del local, se intentó desmantelar la obra de 15 metros de alto, pero luego de varios litigios, se mantuvo en el mismo sitio.
Ahora pertenece al Ayuntamiento de Barcelona, que la restauró en 2004, y se ha convertido en un símbolo de identidad del frente marítimo de la ciudad condal.
Tips para turistas curiosos:
La transformación urbanística de Barcelona también promovió la instalación de esculturas a lo largo del muelle para rendir homenaje a la relación de la ciudad con el mar.
Una de las más llamativas, al menos para mí, es “La cara de Barcelona” cuya autoría corresponde al escultor y artista gráfico Roy Lichtenstein.

Esta obra también rinde homenaje al arquitecto Antoni Gaudí y, por ello, se empleó la técnica del trencadís, que consiste en mosaicos elaborados con trozos de cerámica.

Así que si visitas Barcelona no sólo disfrutarás gratuitamente de una selección de lo mejor de la colección del Museo de Bellas Artes de Budapest, sino que también podrás gozar con un agradable paseo que refleja la transformación de la ciudad a raíz de los Juegos Olímpicos de 1992.