Por Íñigo Antolín: El tiempo vuela en Hong Kong. Sin saberlo, parecería imposible la transformación de esta moderna urbe, fundada a mitad del siglo XIX por los británicos como lugar estratégico desde el que exportar hacia Europa el té chino. Los tiempos del Imperio británico quedaron ya para los libros de la historia, tras la devolución del archipiélago de islas que es Hong Kong a China, en 1997.
En apenas medio siglo este archipiélago, cuya isla más conocida es la que le da el nombre – Hong Kong -, ha pasado de ser un centro de mano de obra barata a uno de los mayores puertos del mundo y uno de los mayores centros financieros del mundo.
Su ubicación privilegiada en el sudeste asiático siempre le ha concedido un gran valor estratégico. El visitante de Hong Kong no encontrará mucha nostalgia en los hongkoneses por los tiempos pasados.
Hong Kong: la joya del imperio británico
Hong Kong era la última joya del imperio británico y así lo entendieron los ingleses en la solemne ceremonia de devolución. Los vestigios de aquella época están el estupendo edificio colonial del lujoso hotel Península o en el antiguo tranvía que recorre la isla.
Las calles todavía conservan los nombres en inglés y, hasta el año 2046, las autoridades chinas se comprometieron en el acuerdo de devolución del territorio a que se respeten las libertades de prensa y reunión en la isla.
La presencia de China
La sombra de China continental siempre ha estado presente en la vida de los habitantes de la isla. De hecho, gran parte del auge de población de Hong Kong se debe a la llegada de inmigrantes chinos que escapaban del régimen comunista de Mao en los años cincuenta.
La paradoja es que hoy en día Hong Kong, y la vecina y antigua colonia portuguesa de Macao, son el principal polo de atracción turística para los nuevos ricos de China comunista (mainlanders se les llama). En el caso de Hong Kong, el principal objetivo de la visita son las tiendas de lujo mientras que Macao acoge algunos de los casinos más importantes del mundo.
La escasez de suelo explica cómo esta urbe, que inspiró el Blade Runner de Ridley Scott, se ha hecho cada vez más vertical. El centro neurálgico de la ciudad se encuentra en torno a las paradas de metro de Central y Admiralty.
Allí el visitante verá edificios inacabables, diseñados por algunos de los mejores arquitectos del mundo como el HSBC de Norman Foster o el Bank of China de Pei.
Vistas y contrastes
Para admirar esta panorámica única en el mundo no hay nada mejor que coger el antiquísimo funicular que lleva al llamado Peak (cumbre en castellano), desde donde al atardecer se puede disfrutar de una vista inolvidable a la bahía y los rascacielos.
Desde ahí se percibe que la mayor parte de la isla de Hong Kong es territorio protegido donde no se puede construir, lo que ha provocado la acumulación de rascacielos en las zonas donde sí es posible levantar nuevos edificios.
La ciudad vive a ritmo frenético, lleno de contrastes. No es raro ver los coches más lujosos, como Ferraris o Rolls Royce, al lado de algún señor mayor que todavía usa la bici o carros como transporte de mercancías.
Ese contraste tan acusado entre las viejas y las nuevas generaciones se nota en su ultra moderno metro, donde los hongkoneses hacen gala de la más sofisticada tecnología en móviles y otros artefactos.
La pugna entre el viejo y el nuevo Hong Kong, entre sus rascacielos y sus calles se percibe en el wet market de Graham Street, en el centro de la isla. De repente, el visitante se siente transportado a tiempos lejanos, casi como si fuera un cómic de Tintín.
Lo mejor es comprobar como todavía se negocia de manera tradicional por productos frescos, como carne o pescado, a apenas unos cientos de metros de los rascacielos donde se realizan transacciones millonarias.
Otro ejemplo del conflicto entre eras pasadas y tiempos modernos, son las tiendas que venden caros productos tradicionales de marisco y pescado seco en el barrio de Sheung Wang, muy cerca del centro de la isla.
Tips para hacer en Hong Kong
Como comentábamos antes, esta urbe vive a un ritmo frenético y por la noche suelta toda la tensión acumulada durante el día. Los expatriados que viven en Hong Kong acostumbran a acudir a los bares de la calle de Langkai Fong, mientras que los turistas más incautos suelen ser víctima de sus borracheras y descuidos en los bares de Wan Chai.
Sin embargo, para llevarse una impresión más definitiva de lo que es Hong Kong merece la pena cruzar la bahía en el histórico Star Ferry, que en apenas unos minutos lleva al visitante desde la isla de Hong Kong al otro lado de la bahía.
Así se llega a Kowloon, la parte de Hong Kong conectada con el continente y por la que si se siguiera andando se llegaría a la frontera con China.
El paseo por Kowloon hasta la zona de Mongkok no lleva más de 20 minutos y uno se siente más cerca de China que de Occidente. Este es uno de los barrios con mayor densidad de población del mundo y las luces de los comercios inundan con un chorro de luz la zona.
El mercadillo de Ladies Market hará las delicias de los que busquen alguna ganga, mientras a aquellos que quieran aprovechar los precios baratos de tecnología les recomendamos los mercados cercanos a la parada de Sham Sui Po.
Sobre el autor: Iñigo Antolín es periodista. Escribe de viajes y gastronomía en Gusto Guides.